Apuesta empresaria: Massa 2023 con partitura del Fondo y garantía de CFK

Actualidad 16 de octubre de 2022
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No es solo el ingenioso José Luis Manzano quien lo milita desde Houston, donde opera como su abrepuertas ante la élite petrolera mundial. Tampoco es una idea que se circunscriba a los demás mecenas que el superministro supo conseguir con los años en la banca, la industria hidrocarburífera y las multinacionales. Son cada vez más los empresarios que ven en Sergio Massa al mejor ejecutor posible del ajuste macroeconómico que consideran imprescindible para frenar la inflación y salir del estancamiento de los últimos diez años. Aunque no habrá adhesiones entusiastas hasta que el ritmo inflacionario baje al menos del 5% mensual, ayudaron los elocuentes apoyos que cosechó Massa de la Casa Blanca y del FMI por el ajuste fiscal, la muñeca que exhibió para hacer tragar al resto del Frente una concesión inédita para los agroexportadores como el "dólar soja" y el creciente riesgo de un cisma en la oposición.

Es un escenario aún improbable, como cualquiera que contemple la continuidad en el poder de un gobierno con tan magros resultados económicos y sociales, en un mundo post-pandemia donde todos los oficialismos pierden. Pero para un próximo lustro que todos imaginan conflictivo, en buena medida por los sacrificios que exige el propio pacto con el Fondo a la sociedad, y con la zanahoria que ofrecen el gas del Sur y el litio del Norte, el establishment local y los inversores extranjeros empiezan a valorar más la gobernabilidad. Eso los hace desconfiar de las promesas de shock de Mauricio Macri, en cuyo mandato además fueron muy pocos los empresarios que ganaron dinero y demasiados los que fundieron, se achicaron o incluso fueron procesados y presos por haber pagado coimas.

El mayor atractivo de Massa para los dueños del dinero, sin embargo, no es ese pragmatismo que le permite abrazarse sin tapujos a la ortodoxia (ayer el semanario conservador británico The Economist lo definió como "lo único que se interpone entre la Argentina y el caos") sino la garantía que pueda darle a su gestión Cristina Kirchner. En primer lugar por los votos -imprescindibles para llegar- pero sobre todo por los silencios, indispensables para sostenerse. Un apoyo tácito que pareció empezar a quebrarse con el tweet donde la vice le reclamó más atención a la situación de las familias indigentes, pero que por ahora se mantiene y que entusiasma especialmente a la administración de Joe Biden.

Ese razonamiento, que empezó a insinuar un par de meses atrás el siderúrgico Paolo Rocca al comentar entre sus colegas que no veía listo a Juntos por el Cambio para volver al poder, exige entender el rol central que le asignan los magnates criollos a Vaca Muerta para el futuro inmediato. En solo diez años, el yacimiento pasó de ser una posibilidad a un hecho. Por cómo se perfeccionó la técnica de fractura hidráulica y lo que avanzó la prospección del terreno, cada pozo para llegar al segundo reservorio de gas no convencional del planeta cuesta la mitad que entonces y produce el cuádruple. La invasión de Ucrania hizo el resto: el precio subió violentamente y toda Europa se convirtió en demandante desesperada de gas. Lo dijo ayer Marcos Bulgheroni (PAE) en el coloquio de IDEA: "No hay ninguna chance de que se pare su desarrollo".

Diga "mu"

Si Vaca Muerta atrae U$S 30 mil millones en inversiones y revierte el déficit del balance de pagos, como en el sector creen que puede ocurrir en un lapso breve, su explotación puede ser el puente hacia la refinanciación del crédito con el FMI que amenaza con ahogar cualquier atisbo de recuperación. Por eso Massa priorizó Houston a Nueva York en las dos largas giras por Estados Unidos que amontonó en solo dos meses.

Los tejanos siempre le piden lo mismo a cambio: garantías de que podrán repatriar sus dólares en algún momento. Ya hay resoluciones del Banco Central que los eximen de liquidar acá parte de lo que exporten. Ellos preferirían que fuera por ley.

La pregunta es cómo se repartirán los frutos de esa lluvia de inversiones, en caso de que prosperen los acuerdos y avancen los gasoductos. Como suele advertir José de Mendiguren, el riesgo es que haya que ceder demasiado por negociar urgidos por una crisis. Ya le pasó a Massa con los sojeros. Pero tanto los barones del crudo locales (Bulgheroni, Mindlin, Rocca, Galuccio y los Rey y Poli de Pluspetrol) como los extranjeros coinciden en que el premio alcanza para todos. De hecho, YPF es dueña del 70% de las áreas productivas de Vaca Muerta y vale apenas una milésima parte de lo que la mayor petrolera del mundo, Saudi Aramco. Una diferencia inexplicable.

El mismo botín desvela al gobierno de Biden, ocupado en evitar que China siga ampliando sus vínculos con la que considera su área de influencia. Aunque la conversación fue hermética, la familia diplomática asegura que de eso vino a hablarle a Cristina en mayo la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur, cuando aterrizó en el sector militar de Aeroparque y fue directo al Senado tras cambiarse el uniforme en la residencia del embajador Marc Stanley. Semanas después, Richardson también habló del triángulo del litio (Argentina-Bolivia-Chile), donde están enterradas las mayores reservas del mundo de ese insumo clave para las baterías. General Motors, en paralelo, empezó a negociar un acuerdo del estilo YPF-Chevron para empezar a explotarlo.

¿Estabilizar dónde?

La inminencia de un plan de estabilización heterodoxo, con congelamiento de precios y salarios al estilo del Plan Austral de Alfonsín o del Pacto Social de Cámpora, fue desmentida ayer por fuentes cercanas a Massa en Washington. Aunque no lo hubiera sido, es incompatible con los aumentos de tarifas que ya anunció el ministro y con los que prevé el proyecto de Presupuesto 2023. Como muestra un informe de esta semana de la Oficina de Presupuesto del Congreso, el proyecto establece severos ajustes que ayer Kristalina Georgieva advirtió que no se negocian.

La idea de un freezer salarial por dos años como el que aceptó en1973 José Rucci, en este contexto, luce directamente disparatada. ¿Qué sindicalista daría la vida por Fernández como aquel jefe de la CGT la dio por Perón, consciente de lo complicad que es renunciar a las paritarias con inflaciones cercanas al 100%? Salvo el siempre solícito Andrés Rodríguez, no le regalaron ni un tibio saludo para Kelly Olmos. La flamante ministra verá por TV los actos por el Día de la Lealtad.

Al margen de las especulaciones que puedan hacer los sindicalistas, lo más problemático para un plan de estabilización de ese tipo es el punto de partida. La pandemia y especialmente la post-pandemia profundizaron tanto las desigualdades de ingresos que congelar precios y salarios implicaría congelar un reparto demasiado injusto como para que alguien pueda ilusionarse con la reelección. Incluso aunque la patrocinaran Biden, Georgieva y todos los petroleros de Houston.

Ahí también se inscriben las desconfianzas internas. El propio Massa le advirtió al saliente Juan Zabaleta que podía volver a Hurlingham pero que su combate con el camporista Damián Selci por ese territorio debe ser con las reglas del esgrima y no de la lucha libre. "Ni carpetas ni operetas", le ordenó. Y le encargó especialmente no meterse con Martín Rodríguez, articulador político-financiero de Máximo Kirchner y actual pareja de la titular del PAMI, Luana Volnovich. Todavía está fresco el recuerdo de las fotos que tomaron de ambos el verano pasado en el paraíso caribeño de Holbox manos anónimas pero que toda la política relaciona con Juanchi.

¿Aceptará Cristina ser la garante de ese proyecto de continuidad y cambio que encarna Massa y al que también apuesta su propia cabeza Kristalina, jaqueada por quienes le piden todavía más presión sobre Argentina? ¿Le quedará resto para hacerlo, aún si lo decide, con el costo que puede generarle acompañar una política contraria a las que reivindica de sus pasadas gestiones? ¿Tiene acaso muchas otras alternativas?

Por Alejandro Bercovich

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