La Democracia en disputa

Economía 20 de septiembre de 2022
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La investigación del intento de magnicidio sobre Cristina Fernández va demostrando que no se trató de un grupito aislado autoconstruido bajo los efectos del discurso del odio. Hay una evidencia del surgimiento de grupos de acción violenta de derecha, ideológicamente situados en una versión extrema del neoliberalismo. La recurrencia a la acción directa del “fascismo liberal neo” es bien funcional con el pensamiento y la doctrina de Mont Pelerín. Tal vez la clave antidemocrática de esa corriente se expresa en dos principios que planteara Von Hayek:

  • La esencialidad del pregón que formula es la reivindicación de una sociedad liberal. La democracia queda condicionada por aquélla. Mientras se establezca una “política de Estado” comprometida con el respeto de una sociedad liberal – que tiene como soporte el mercado libre y la propiedad privada irrestricta—, la democracia podría ser el diseño formal aceptado.
  • Pero si la esencialidad de una sociedad pasa a ser la democracia, vale decir su contenido y no su forma, y el pacto constituyente es sobre el respeto irrestricto de la misma, entonces los neoliberales advierten respecto a que la democracia habilitada en ese lugar puede subordinar la lógica mercantil y la extensión del derecho de propiedad a la decisión popular con relación a la construcción estratégica del futuro de la Nación. El “totalitarismo democrático” es la categoría con que se designa, en el lenguaje de Mont Pelerín, a la profundización de la democracia. Y los maestros de la revolución neoconservadora apoyan a los gobiernos autoritarios que derroquen “democracias totalitarias”, como lo hicieron con las dictaduras terroristas de Estado en el subcontinente sudamericano.

El peso inédito del rol que han jugado los organismos de derechos humanos surgido en el camino de su lucha contra los terrorismos estatales han sido determinantes en el bloqueo de las posibilidades golpistas, particularmente en Argentina. También en el país la cultura generada por esas organizaciones ha dificultado y acotado la represión policial a la movilización de los sectores populares, cuando protestan, reclaman y reivindican. El armado de bandas de derecha, una de las cuales intentó asesinar a la lideresa del movimiento popular, nacional y democrático, tiene como objetivo el desempeño de brazo de choque neoliberal para atacar a la dirigencia que se opone a la “política de estado neoliberal” y propone la centralidad de la democracia. En la primera, la hegemonía del poder queda en manos del poder económico, utilizando a los mercados, sobre los cuáles ejerce un dominio sin contrapesos significativos. En la segunda, la hegemonía se deposita en la voluntad popular, con la posibilidad que ésta determine procesos de transformación y cambios radicales de la organización social. Esos brazos de choque serían funcionales para intentar un magnicidio, perseguir a dirigentes políticos, o amenazar y atacar a las organizaciones y movilizaciones populares. Su instalación viene a recortar el ambiente de libertades democráticas conquistadas, en las que el papel de las organizaciones de derechos humanos, como se ha dicho, fue fundamental. Como el autoritarismo tiene restricciones de instalarse en la institucionalidad admitida, el neoliberalismo parece haberse decidido a conformar grupos de acción paralela.

La gobernanza destruye al gobierno

El concepto de gobernanza apunta a disolver la distinción entre empresas estatales, de negocios sin fines de lucro y no gubernamentales, sostiene Wendy Brown en El pueblo sin atributos.  La gobernanza imprime densidad al surgimiento de colaboraciones público-privadas, en un modelo de “gobierno” organizado sobre la base de una medición de negocios. Dice Brown que “la gobernanza reemplaza la oposición o la tensión entre el gobierno y el sector privado (relaciones soberanas y de mercado) con la colaboración y complementariedad… Cada sector [debe hacer] lo que mejor sabe… y [propone] colaboraciones que atraviesen… [las] diferencias”. “ La gobernanza cambia la concepción de lo político a la de un campo gerencial o administrativo y la del reino de lo público en un dominio de estrategias, técnicas y procedimientos”. La gobernanza se convierte en un sustituto del gobierno. Cita Brown a Elizabeth Meehan que define lo público como “la deliberación en torno de la justicia y otros bienes comunes, disputa en torno a los valores y los propósitos, luchas por el poder, búsqueda de imágenes del bien para todos. En cambio la gobernanza convierte lo público en la búsqueda del consenso”, esto es hostil a la política, dice Wendy Brown, que cita a Maquiavelo para quien el corazón de la política era la existencia de expresiones robustas y de posicionamientos políticos y deseos diversos.

Más adelante la misma autora recurre a William Walters para quien la idea de la gobernanza en la política surge de una aseveración post—ideológica, la del “fin de la historia”, “de ser pragmático y estar orientado hacia las soluciones; presenta al diálogo, la inclusión y el consenso en vez del poder, el conflicto y la oposición”. La gobernanza sustituye la centralidad “de las preocupaciones por la democracia y la justicia con formulaciones técnicas de problemas” y las preguntas sobre derechos por otras sobre eficiencia. Si bien no ha sido creación de los padres del neoliberalismo, el concepto de gobernanza fue muy funcional y se ha soldado con aquél, pues despolitiza a la democracia, convirtiéndola en procedimental, útil para resolver la elección de medios y no el debate sobre fines.

El ensayo despolitizador del gobierno de Juntos por el Cambio y el ataque por parte de los “libertarios” a los políticos, responde a la sustitución de la idea de gobierno por la de gobernanza. La gobernanza implica el ideal de la continuidad, que significa la garantía de la no transformación. Diferencias sobre instrumentalidades pero con un consenso de contenido. Así fue bautizado el Consenso de Washington, que tuvo la vocación de universalizar determinados fines para la gobernanza global.

Esa gobernanza global impuso también una universalización de instituciones e inclusive de procedimientos (recetarios) de política económica, en la cual tuvieron un papel decisivo el FMI y el Banco Mundial. Un ejemplo paradigmático es el de los bancos centrales independientes sujetos a las “recomendaciones” globales respecto a los modos de regular la actividad bancaria y la política financiera. La primera a través de las normas de Basilea, la segunda con centralidad en las “sugerencias” fondomonetaristas. La sustracción de la decisión del funcionamiento bancario de los ámbitos nacionales y su subalternización a un dispositivo global, condujo a la conformación de élites internacionalizadas de gerentes y técnicos con una matriz común de formación y una cultura compartida, que las aleja de la política nacional, creando una cofradía tecnocrática que hace dificilísimo la reconversión funcional de las instituciones monetarias para su recuperación en función de un proyecto nacional. Un gran triunfo del imperio de las finanzas.

El FMI y los otros organismos multilaterales impusieron los recetarios de lo que consideran una economía correctamente administrada con sus deberes hechos:

  • Equilibrio Fiscal.
  • Reducción de impuestos y del gasto. Por lo tanto del peso del Estado en la economía.
  • Política de metas de inflación.
  • Marchar estratégicamente a un mercado libre de cambios y con libertad en los movimientos de capitales
  • Precios libres de políticas de control e intervención pública.
  • Política monetaria ajustada a determinadas reglas admitidas por las buenas prácticas globales.

La política de Juntos y de los (falsos) libertarios no marcha sola. Hay una institucionalidad global que es su mejor aliada. Todos unidos contra la política y repeliendo una democracia ciudadana de contenidos para el país. Todos unidos para devaluar la política y reemplazarla por la gobernanza.

Esa sustitución promueve el statu quo, el no cambio. Con la lógica de las derechas no habrá redistribución del ingreso, ni política industrial, ni elección estratégica. Todo será una continuidad. Es el conservadurismo extremo, que terminará – como ya promueven determinadas voces— premiando a las actividades que gozan de competitividad internacional ya ganada. Las actividades primarias ligadas a los recursos naturales poseedoras de ventajas porque tiene altas rentas diferenciales. La dictadura de la realidad. Una realidad despojada de una mirada social y política. Definida por un criterio “técnico”. Una cosificación de la realidad.

Recursos naturales e Inversión Extranjera Directa (IED)

En Estados Unidos han recibido con beneplácito a la delegación argentina que concurrió a evaluar el cierre de un nuevo período del programa con el FMI. La positiva valoración de la política adoptada por el Ministro de Economía se debe a su alineamiento con el programa firmado con el organismo y el cumplimiento con los ajustes que el Fondo impone.

Sin embargo, hay otro set de reuniones y diálogos que apuntan a acuerdos sobre la explotación de recursos naturales que el país dispone y que son de carácter estratégico. Siempre que el país fue gravemente endeudado desde el Norte se intentó sacar ventaja de la situación mediante la apropiación leonina de recursos naturales. En otro momento fueron las privatizaciones, y en éste se requiere el mayor cuidado y la mejor atención a que no ocurra la misma conducta predatoria con los recursos naturales.

La IED se ha convertido en uno de los elementos más dinámicos de la financiarización, mientras intenta mostrarse como una ruta a desacoplarse de esa inserción. Y esa lógica intenta ser exhibida como el único medio de avanzar en la explotación de los recursos naturales. En Estudios sobre la financiarización de América Latina, Martín Abeles, Facundo Grimberg y Sebastián Valdecantos sostienen que existe una presunción de mayor estabilidad de las divisas que ingresan como IED porque constituyen una inversión de capital fijo que “no puede ser repatriado con la misma facilidad que una inversión de portafolio. Sin embargo, esta presunción… que pudo haber tenido asidero en otras circunstancias históricas, ha ido perdiendo validez empírica”. Los autores muestran que en un trabajo de la CEPAL se concluye que sólo un tercio de los flujos de IED se destina a la acumulación de capital fijo, los otros dos tercios se distribuyen entre fusiones y adquisiciones, el desplazamiento de inversiones de empresas locales y la adquisición de activos financieros. Abeles, Grimberg y Valdecantos citan a Jan Kregel, quien dice que en las últimas décadas las compañías parecen haberse vuelto mercancías. Además el texto plantea que el motivo por el que las casas matrices deciden hacer las inversiones puede estar determinado por el arbitraje fiscal, la cobertura frente al riesgo y la diversificación de cartera o la especulación. Como consecuencia del peso de estos factores, dicen los autores, los flujos de IED han tendido a seguir… una dinámica semejante a la de los movimientos de activos de corto plazo.

Las inversiones externas en la explotación de recursos naturales no deberían ser resueltas en función de las urgencias de corto plazo, sino con una lógica de proyecto estructural de carácter estratégico, para lo cual resultan indispensables previas transformaciones institucionales antes de acometer un despliegue de nuevos emprendimientos. Entre esas transformaciones es necesario modificar la Ley de Inversiones Extranjeras y sancionar un nuevo Código Minero. Por otra parte el Estado está llamado a jugar un rol productor en ese sector, para lo que sería importante impulsar la creación de una empresa minera de carácter federal en donde co-participen las provincias con el Estado Nacional.

Por Guillermo Wierzba

 

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