Un juicio al peronismo

Actualidad - Nacional 24 de agosto de 2022
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“Esto no fue un juicio a Cristina, fue un juicio al peronismo”. La vicepresidenta Cristina Kirchner resumió en una frase la respuesta a una pregunta que se hacía la oposición al ver cómo el oficialismo se cerraba sin fisuras en defensa suya, después de que el fiscal Diego Luciani pidiera su inhabilitación perpetua en el marco de la causa Vialidad.

Con esa premisa no solamente le da un marco político a su defensa jurídica, que consiste en anular el proceso a partir de las infinitas irregularidades cometidas, sino que le da un sentido colectivo a lo que la narrativa opositora intenta instalar como un simple juicio penal. Está convencida de que su suerte ya fue decidida por los funcionarios que cumplen el rol de jueces en este juicio amañado, por lo tanto sólo puede torcer el destino que para ella deparan sus enemigos con movilización popular y poder político.

CFK no se defiende. Ataca. Evita prestarse a la ordalía absurda que esperan aquellos que dejan la Constitución Nacional en la puerta de los tribunales para pedirle que demuestre su inocencia. Por el contrario, apunta a demoler los cimientos jurídicos, políticos y morales sobre los que se construye la persecución en su contra. Menciona con nombre y apellido, en una cuasi cadena nacional, a personas que hacen un gran esfuerzo por no aparecer en los medios. Pone sobre la mesa aquellos temas que la oposición se obstina en correr de la agenda. Subleva los códigos implícitos de complicidad y silencio que permitieron llegar hasta este punto. Y al hacerlo, le devuelve al peronismo, al menos momentáneamente, el ímpetu perdido entre el Gran Freno de la pandemia y la apatía exasperante del Frente de Todos. Es una chispa en una pradera sedienta.

Los interlocutores de la vicepresidenta, a esta altura, ya no son los jueces que le negaron el derecho a defenderse de los elementos incorporados de manera irregular a la causa, sino toda la sociedad argentina. Tan convencida de que va a ganar el juicio de la historia como de que el trámite penal ya tiene una sentencia en su contra firmada desde el primer día, la cuestión es dirimir el debate en la arena pública, a sabiendas que del resultado de la próxima elección presidencial seguramente dependa su suerte, como la de tantos millones. CFK le habla a la cámara desde su despacho del Senado como habló ante cientos de miles en Plaza de Mayo el 9 de diciembre de 2015 o en Comodoro Py cuatro meses más tarde: traza líneas directrices, marca agenda, actualiza la doctrina y ofrece a la militancia lo que ningún otro dirigente está en condiciones de dar: algo de sentido.

No va a alcanzar sólo con eso para revertir el proceso de desgaste marcado que sufre el gobierno nacional ni garantiza que el peronismo llegue con chances a octubre del 2023. Sin embargo puede darle una nueva razón de ser a una fuerza política que por momentos parece exangüe pero que ha demostrado, a lo largo de la historia, su infinita capacidad de reconstrucción. Cuando la oposición apuesta a ensanchar el abismo entre peronistas y antiperonistas para tomar el poder, primero, y luego forzar una hegemonía que dure décadas, aunque para eso tenga que reinventar el código penal y destruir las garantías de los ciudadanos, CFK señala que la única grieta posible se abre entre quienes quieren vivir bajo Estado de Derecho, donde las reglas sean las mismas para todos, y los que están dispuestos a tirar la democracia con la borda si el peronismo se va con ella.

Por Nicolas Lantos

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