Habló la embajada

Actualidad - Nacional 20 de agosto de 2022
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“He oído a Horacio (…), no esperen a 2023, sin importar la ideología o la posición partidaria, únanse ahora, formen una coalición”. Horacio es Rodríguez Larreta y el de los consejos políticos fue Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina. Y todo sucedió esta semana en la 19° reunión del Consejo de las Américas en Argentina. Resultó extraño oír a un embajador hablar en público sobre cuestiones de política interna. Pero pareciera una modalidad que ha instalado la feroz competencia con China. En Paraguay, el embajador norteamericano Marc Ostfield leyó en público un documento del Departamento de Estado donde defenestró al actual vicepresidente Hugo Velázquez y al poderoso ex presidente Horacio Cartes.

Por supuesto que los embajadores norteamericanos siempre intervinieron en los asuntos internos de los países latinoamericanos y ya no es un secreto la relación con todos los golpes militares de los años '60 y '70. Esa verticalidad con Washington de las dictaduras militares latinoamericanas, era un secreto a voces, pero secreto al fin, lo cual reconocía de hecho como perniciosa esa dependencia y por eso la ocultaba. Resulta un descenso en calidad, --de malísimo a muchísimo peor-- este modo de “aconsejar” con el que se pretende naturalizar una forma de intervencionismo abierto y directo en procesos electorales.

La intervención en Paraguay

En el caso paraguayo, el comunicado del gobierno norteamericano simplemente calificó a estos políticos como “significativamente corruptos” y de esa manera cercenó cualquier aspiración presidencial que tuvieran, en especial Velázquez, que controla una porción importante del Partido Colorado en el gobierno.

En los mentideros políticos de Asunción, se lee esta operación como una forma de apartar a estos dos dirigentes de peso dentro del oficialismo, para sostener a Abdo Benítez y a Santi Peña, un cuadro del Wilson Center. Washington interviene de esta forma descarada para alinear a los candidatos de las próximas elecciones y tratar de garantizar una hegemonía directa, visible y naturalizada.

Durante la situación que se creó en el Frente de Todos, a partir del cortocircuito entre el presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Kirchner, circularon numerosas versiones, algunas disparatadas, otras inverosímiles, pero contadas como ciertas por quienes las motorizaban.

La situación en el Frente de Todos

Una de esas versiones, era que la embajada ya tenía arreglado un acuerdo entre las palomas del Juntos por el Cambio --supuestamente representados por Gerardo Morales y “Horacio”-- con los sectores no cristinistas del Frente de Todos, en los que incluian al mismo presidente. “Ya está todo cerrado” decían los creyentes.

Como esa versión, hubo decenas todos los días, que trataban de encuadrar y envenenar el debate que se había planteado en el seno del oficialismo. Estas versiones no eran veraces; a lo sumo daban cuenta de una expresión de deseos de los que aspiraban a aislar a la vicepresidenta y reducir a su mínima expresión a los sectores más irritantes de la derecha, como el mismo Mauricio Macri y Javier Milei.

La irrupción, ciertamente tardía, pero muy masiva, de las centrales de trabajadores con una convocatoria callejera contra la inflación y los sectores que especulan y presionan por una devaluación funcionó como un llamado de atención. En el caso de la CTA de Hugo Yasky y del sector más combativo de la CGT, referenciado por Pablo Moyano, además de protestar por la inflación, la movilización fue una forma de presionar al gobierno frente a las medidas de ajuste.

Muchos se preguntaron por el sentido de estas movilizaciones, como si los productores que atesoran sus cosechas en las silobolsas las fueran a liquidar al ver tantos trabajadores en la movilización. Seguramente no lo harán, ninguno liquidará su cosecha por la movilización del miércoles, pero los sectores dominantes toman nota de la capacidad de movilización y el ánimo social que expresa.

El peligro de Macri o Milei

Javier Milei o el discurso ultra de Mauricio Macri humedecen los sueños eróticos de más de un millonario. Pero en la práctica, el malestar social que provocaría en Argentina esa línea de gestión volvería totalmente inestable el país, con muy bajo margen de gobernabilidad, lo cual no es bueno para los negocios.

Una nota publicada en el diario La Nación dice que el ex presidente “piensa que el modelo sindical es incompatible con el desarrollo. Piensa que con los gremialistas hay que hacer lo que se hace con los caballos cuando tienen una lesión incurable: sacrificarlos con el menor sufrimiento posible”. En la misma nota se dice que Macri piensa una reforma laboral que incluya modificar el sistema de obras sociales y la Ley de Contrato de Trabajo. El artículo no dice nada nuevo, está en sintonía con el discurso de Macri.

Más allá de las íntimas convicciones que puedan tener los grandes empresarios del campo, la industria o las finanzas, ese discurso es presagio de fuertes tormentas que llevan a fuertes represiones, que llevan a más tormentas y así el país se va saliendo de caja y crea un clima de total incertidumbre para los negocios.

El movimiento popular que se nuclea alrededor de Cristina Kirchner es visualizado como intervencionista y fuera de su marco de influencia por el poder económico. Por eso, la fantasía más soñada por ese sector sería redituar las alianzas políticas que se produjeron durante el menemismo entre un sector “civilizado” del peronismo y un sector “civilizado” del lado gorila.

El repetido sueño del embajador

La idea de un gobierno de centro con fuerte respaldo electoral peronista y no peronista en plena consonancia con los factores del poder económico parece estar detrás de ese mensaje del embajador. En la reunión del Consejo de las Américas se planteó el futuro luminoso que tiene Argentina en un contexto mundial favorable. Y se destacaron tres rubros virtuosos para los próximos años: el gas de Vaca Muerta, el litio y los alimentos, en un mundo desesperado por los tres elementos que Argentina podría explotar en cantidad. 

“Tienen los bienes que el mundo está necesitando hoy. Hay decenas de empresas en Estados Unidos que esperan la oportunidad para participar en sus decisiones”, agregó el embajador Stanley. Durante los últimos años, la mayor cantidad de dinero de Estados Unidos entró como respaldo político del macrismo, en el caso del préstamo del FMI, pero no hubo inversión directa considerable de origen norteamericano.

Las palabras de Stanley evidencian el interés de Estados Unidos por Vaca Muerta, el litio y los alimentos. Si hubiera posibilidad de invertir, el fenómeno ya estaría en curso. La forma abierta y directa como se planteó pone en evidencia que Estados Unidos tendrá dificultad para desviar capitales hacia la Argentina, porque su economía interna atraviesa una crisis profunda. A falta de seducción económica, tiene que revalidar su hegemonía regional. La experiencia de Jair Bolsonaro en Brasil demostró que los personajes estrambóticos que han producido el lawfare y el periodismo de guerra también pueden ser incontrolables. 

Esa coalición centrista dejaría fuera al movimiento popular que representa Cristina Kirchner y a los sectores extremos de la derecha representados por Macri o Milei, con la expectativa de traccionar gran parte de sus bases. De lo que diga Stanley a lo que se haga, hay un tramo para recorrer. Pero una cosa es cierta: el gas, el litio y los alimentos atraerán buitres, los de afuera y los de adentro.

Por Luis Bruschtein

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